Como una fontana cuyas aguas
persisten en manar eternas,
tus lágrimas se reflejaron sobre el papel
mientras tu llanto tan profundo no cesaba
y a su corazón engañaba.
Con mi alma entre las manos
y el silencio en la garganta,
traté de acallar esos miedos y rencores
que entristecían tu voz,
como el viento que trata de calmar
las hojas que no vuelan
al comienzo de otro nuevo otoño.
Las palabras de verdad
no son conceptos sino sentimientos,
y el que te dijo un Te quiero
y giró sus ojos como el verdugo
que siembra males y dice vestir
de verdes los campos,
manchó de plomo el amor
que tu le diste
y que él no supo apreciarte.
El rocío le da vida a la flor
marchita por desengaños,
y si cada verso mío es el rocío
que te brinda la esperanza,
cada lágrima tuya es la flor
que su color desvanece
por cada segundo derramado,
por llorarle a quien no te merece.
Batalla dispar entre corazón y mente,
el sentimiento habla,
el pensamiento miente.
La razón te nubla
y sólo existe una verdad
cuando el amor se siente.
Si mi voz en el silencio
retumba más allá de donde
ya no habitan ecos,
deja que mi poesía te envuelva
en esas palabras que el temor
me amordazaba
aunque mi alma gritaba
sin salir de mi pecho,
para demostrarte que el amor
que de verdad se siente,
basta con expresarlo en una mirada
que sea el espejo de lo que
el corazón afirma.