Tengo la extraña manía,
de no dejar la hoja en blanco.
Siempre soltando la vida,
con los versos que he robado.
Le he robado a tu sonrisa,
al viento y también los años.
El comienzo fue la orilla,
luego el puente hasta tus brazos.
Escribo por tus costillas,
sin escuchar un reclamo.
Trazo un pozo en tus mejillas,
luego me olvido llenarlo.
Es la verdad en tus retinas,
tantas rimas que he pecado.
Te he compuesto mil enigmas,
por encima del pasado.
Siempre haciéndote cosquillas,
y enrareciendo tus manos,
pero me pides que siga,
autografiando tus labios.