Mario Luna

La Luna

 

Dicen que la luna es omnipresente, que se encuentra en todos lados, lo puede observar todo y a todos, que ella es la guardiana de la tierra cuando el sol se va a dormir. Su nacimiento es una incógnita y se encuentra en debate, los ancestros dicen que ella era una hermosa princesa que se quitó la vida para acompañar a su fiel amado en la muerte, subieron al cielo y se dividieron en día y noche, él es el sol, ella la luna, acompañada de bellas doncellas brillando a su alrededor, unos más cuentan que la luna es la estampa de un conejo y los escépticos mencionan que es de queso.

 

Cuando la luna se muestra en todo su esplendor se puede observar su gran silueta, su brillo, su torneada figura, su incandescencia. La luna tiene poderes místicos, misteriosos, mágicos, es capaz de convertir a un hombre en lobo, puede hacer crecer nuestro cabello, incluso para los enamorados es sinónimo de amor, pasión y fertilidad. La luna es una fiel acompañante que caminará con nosotros en las penumbras, se dice que cuando un poeta le habla a la luna, ésta se apena y toma un color rojizo, a veces se oculta tras una máscara negra para no ver el horror humano.

 

La luna es confidente, es amiga, le puedes hablar y ella guardará tus más íntimos secretos sin juzgarlos; por ello a diario, a cada noche le hablo de ti, miro al cielo y mientras esas doncellas que la resguardan danzan alrededor de ella, sincero mis sentimientos. Sí las has visto y te ha dicho que te extraño, que a diario estas presente en mi mente, que en mis sueños vuelas como mariposa, que inconscientemente pronuncio tu nombre, que en cada nube dibujo tu sonrisa, que mi corazón late a prisa, que mis pies ansían ir a buscarte y mis brazos abrazarte, que mis ojos buscan tu mirada en toda la ciudad, que no estoy dispuesto a descansar; sí te ha dicho todo esto, me ha defraudado, le dije que callara, que se silenciara, que no lo dijera, que así lo dejara.

 

Envidio a la luna, la envidio porque ella te ve a diario y te acompaña en cada uno de tus pasos, porque te cuida a petición mía. Sí ella te ha pronunciado estas palabras, le agradezco que hasta allá te las llevara.