Sollozaba el cielo
su gris nevada
fríos copos, abrumaban
mis largas horas
del sombrío hastío.
Negros corceles
cabalgaban mi pecho
en profanados latidos.
Mis recuerdos pálidos
de sangradas riberas
machacaban mis sueños
a mi alma envuelta
de rocío y tedio.
Mas, llegó el hada
de tu esencia clara
tan suave, a mi vida
que la brumosa nieve
se diluyó cansada
ante tu tibio sol.
Hoy, una golondrina arrulla
tus manos, suaves caricias
que sutil me surcan
lavando mi herida
desvaneciendo la sal
que mi existir calaba.
Junto a ti volé
tomado de tu mano
al reino de tus encantos...
libraste mi tristeza.
Autor: Jorge Aimar Francese Hardaick
- Argentina - 11-09-2016
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