Llamo a la primera puerta que se me cruza en la escalera.
Me contesta una voz áspera que no son horas.
Asciendo al siguiente piso y repito, esta vez parece que
la energía que se desprende desde detrás de la puerta
me acoge en su seno. Me abre la puerta, me pregunta que
si sé lo que es la Noche, le contesto que sí, que es el lugar
donde hallan cobijo todos los pensamientos que han viajado
incesantes entre nuestras luces y nuestras sombras.
Me invita a sentarme al amor del fuego que se levanta en mi
presencia y me ofrece una taza de compañía, de compañía
inquisitiva, curiosa, sanadora...
Doy por concluida la visita casi a la hora en que el gallo anuncia
el renacimiento, el eterno retorno de lo mismo, el molino de
oración que permite el viaje al abismo.
Regreso a mi hogar a hacer balance, me siento en mi sillón de
lectura tratando de pulir cual espejo el libro que se me tercia en
mis rodillas.
Dios bendiga a la lectura... Es el único refugio que no juzga.