Ellas siempre han sido
las que siempre te gustaron.
Desde niño sabía
que te agradaban
las flores blancas.
Sobre todo, las rosas.
Siempre en tu cumpleaños,
te regalaba un ramo
de rosas blancas.
Era cuando vivías.
Ahora que ya no estás
las deposito delante
del columbario
donde yaces junto a mi padre y hermano.
Siempre recuerdo el rostro de felicidad
cuando te entregaba ese ramo de flores blancas.
Hace más de cuarenta años,
las coloco en donde están tus cenizas.
Es el único regalo que ahora puedo
hacerte madre mía.
Las rosas blancas
que tú tanto amabas
y me enseñaste amar.
Brigada del escenario.