Mi origen fueron razas enhiestas que poblaron
la tierra del encanto de América Latina,
que todo lo tuvieron, que todo les robaron
y tenían nobleza de la sangre divina.
A dogmas y prejuicios jamás les doy cabida
es ave mi cerebro que vuela en plenitud,
los vicios no maldigo, pensando que la vida
se siente mas hermosas sin halos de virtud.
Mi conciencia es tan clara, sin ninguna reserva,
en ella puede verse su modo de sentir,
y mi numen de bardo tan adentro conserva
infinitos ensueños que quisiera vivir.
De mi estirpe gallarda les podría contar
que me dieron la flama de moral y valor,
y la espada que porto con orgullo sin par,
es la espada del verso, la verdad y el honor.
Infiernos los ignoro, tampoco espero cielo,
el destino que tenga lo podré soportar,
se que un día de tantos en silentes revuelos
mis carnes a la tierra tendrán que regresar.
Perduran mis pasiones brillando fulgurantes
paraísos viviendo de soñar y querer,
y resguardo ilusiones que en las noches brillantes
a mi lado se encuentre la mas linda mujer.
Corazón se me ensancha de constancia tan fuerte
que jamás me cautiva del poder su grandeza,
y tengo la esperanza que el día de mi muerte
sin miedos y sin llantos me iré con gran nobleza.
Autor: Anibal Rodriguez.