Aquí estás de nuevo,
pensé que te habías ido,
tu ausencia me llevo a creerlo...
y sin embargo,
irremediablemente has vuelto...
No sé por cual rendija te colaste,
quizá fui yo quien confiada,
dejé una puerta abierta
y sin obstáculo alguno
pudiste hacerlo...
Lo cierto es que tu frío y dañino
abrazo me inhunda el alma,
y tus duras manos recorren mi cara y todo mi cuerpo,
provocando lágrimas de angustia y desconsuelo....
Lloro de impotencia...
Mi cuerpo tiembla...
Mi seguridad se tambalea...
Un torbellino helado de dureza
y reproches azota mi mente sin remedio...
No soy tan valiente,
hoy vuelvo a tener miedo...