La mirada, contra la mirada y dos bocas calladas
tomados de las manos, los enamorados
en una calle cualquiera
donde la noche gana en sombras.
Ella apenas mujer, con ojos de mar
trataba sin palabras, retener la vida
mientras
su amante dice irse a buscar destino
escapando a la muerte del no hacer.
Él, ya hombre sin presente
rasga el alma en dos
para dejarle algo
en ese beso que termina en llanto.
Al amanecer habrá partido
más allá del mar
se habrá ido por fortuna
demasiado lejos
donde no estarán los dos.
En esa calle oscura
todo los ignora
solos, temen separarse
y el abrazo es amar.