Contemplé aquella sonrisa
Y lo esbelto de su cuerpo,
Ese bello movimiento,
Cual deliciosa caricia;
Sin embargo, la malicia,
Vio una burla a mi silencio;
Desarrollé un pensamiento
Muy opuesto a mi delicia;
Le di más velocidad
Al camino que miraba,
Ya no quise contemplar
A quien mi alma se robaba:
Ella quedó, sin dudar,
Como una herida en mi alma…