Cuando andando me piensas hay un eclipse.
Me haces una aurora deshojada en vano,
me entregas al vagabundo viento,
a los pliegues del sueño.
Como el día tachado en el calendario,
como si el ruido ya no fuera de las ciudades,
mientras me olvidas, olvídame como puedas.
Hasta cuando florezcan notas
en el reflejo de los charcos
o esa canción tenga el sabor de aquel vino.
Yo, entonces
que solo puedo ser yo misma
dejaré de tallar versos
que recuerden que me has olvidado.