No sé dónde alojarle, se desborda de mi cuerpo
e intento sujetar al animal que me surge adentro,
me torno en enemigo de mi mismo.
Hay palabras que emergen como escudos para defenderme de mí,
para ampararme lejos de ti,
desde donde vivo mis invenciones,
desgarrada soledad en cajas rotas,
llenuras imposibles para la sed,
abatido en mis sedientos días
donde pozos de deseos negros crecen en la garganta si te nombro,
sin poder soportar las piedras de tus caricias
ni tus besos eslabones,
cadena que me asfixia.
Es hora de darle la palabra al actor, inventar el amor que no existe,
cansando de actuar en los escenarios de tu profana mirada,
no hay tiempo para otra escena,
ni para parlamentos de incertidumbre e intentos,
no pudimos evitar lo imposible
la expiración llego tan pronto sobre pasiones que calcinan
fuego de deseos profundos que fueron fosas para nuestra muerte.
He caído en la gravedad que postra los días y el espíritu desanda moribundo,
cuando ponga la llama de su presencia en los armarios
donde las grietas son un desfile de recuerdos,
cuando tenga que cesar las evocaciones de su presencia
y desapacible le vaya soltando en los precipicios
donde los lirios son forja de póstumas ausencias,
cuando ya no hallemos a Dios en nuestras bocas
y solo queden palabras para maldecir nuestro destino,
cuando termine esta sed porque la lengua este despedazada
me quede sin tu boca y el viento se lleve todas las palabras
y no halle sus manos que me salven de mis abismos
recuperaré al loco y al occiso
para ponerlos en cajas rotas,
entonces y solo entonces cerraré los ojos para no buscarte.