Eres tú?, ¿Necesitas que te ayude a subir la montaña? Me desperté
sobrecogido cuando la noche persistía negra en su negrura, ¡ Agarra
mi mano con fuerza, hijo, confía en mí!
Me levanté de mi frío catre para salir de este maldito sueño que
revierte incansable cada noche, que me persigue como perro de presa
ocupado con un solo software excluyente, que no puede no desafiar el
mandato imperante de su amo que cae como presión atmosférica
limitante de oxígeno.
Vuelvo a invocar el sueño tras las necesarias abluciones, que equilibran
la desazón como costumbre que sobreviene con la casualidad, que se hace
fuerte con la repetición sistemàtica y formularia, que me procuran de nuevo
el sueño no con diferente desenlace, vuelvo a caer en el Eres tú etc. etc...
El mí final me levanta como un resorte, como el mástil que precede a la
botadura achampanada del último barco que viajará sin tripulación, sin
pasaje porque es el espejo verde de una leyenda, de un holandés que
errante se difumina en el horizonte de lo imaginable.
Me doy por vencido
busco aliados en la televisión que me ofrece productos teletiéndicos
que no necesito.Busco amparo templado en una taza de café que,
con mueca por pregunta, esgrime porqués, cómos , cuándos, que no
logro definir por más que consulto la brújula sondante de mi inconsciente
El sueño me pone la larga y el intermitente para adelantar.
Decido facilitarle la maniobra, cedo al empuje de la melatonina remolona
que cada vez me tiene menos contento, logro reconciliarme con Morfeo hasta
las ocho de la mañana para cumplir con el sustento que me permite vivir en mí
, aunque apartados de los que fueron esperma y ahora son casi espermantes.
Empiezo un nuevo día otra vez. El Eterno Retorno de lo mismo, el nihilismo
nieztcheano que me encaja como anillo al dedo de un saturno que me rodea
en ahogo ambiente, anhelante.
Sobrevivo.