Me hubiese encantado que me hayas dejado como herencia una maravillosa carta, de odio, amor o dolor, pero una en la cual me hayas dicho un maldito adiós en cambio me has aventado un silencio inconmensurable sin mas, no una caricia, tampoco un llanto o grito alguno, solo te marchaste una tarde de mi séptimo verano, el unico recuerdo que no logro perdonarme por dejarte ir asi de facil confiando en tu presencia eterna y no se paso por mi pensar que en ti estaria el ya no verme mas. Pero este rio solo sabe una dirección y es olvidar tu máximo error.
Gracias padre.