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Vago por el cielo donde se cuecen las sábanas doradas,
curtidas por el sol de mayo, aventuras siniestras,
es el cristal negro de la noche a expensas de la oscuridad,
que interioriza y exterioriza lo que entra y sale de la plenitud,
¡Ya sé, lo sabía!,
quedo a la deriva del halo del sol,
esperando por el momento del control,
en mis manos dispuestas a entregar amor,
cuando el candil de la luz veraniega,
llega a suplir un avance del cristal negro por calor,
y no se sospecha o se niega,
una cosa como la rosa huele a tanto,
si entre tanto el cristal negro y roto,
se siente disperso entre mis dedos,
pues, correré a adherir su corteza,
porque francamente estoy en tristeza,
¡Ya sé, yá lo sabía!,
es el cristal negro de la salvación,
que se viste de negro es una gala a la noche eterna,
¡Oh, es la eternidad!,
que yá llega con color de luto,
porque es tan real y con sapiencia,
que yá llega el amor con sol etéreo,
en el día, sin el cristal negro de la noche oscura…
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