¿Por qué tanta prisa?
cuando hay tantas sonrisas
que se pueden disfrutar.
¿Por qué llenar de impaciencia
este espacio vacío?
Cuando puede colmarse
con un DIOS VIVO.
¿Por qué desechar
las manos abiertas
que piden amistad sincera
a cambio de palabras inciertas?
¿Por qué? ¿Por qué?
nos vamos cuestionando,
si las respuestas estamos desperdiciando.
En vez de preguntar,
ofreciéramos el cáliz
de una verdadera entrega
Y olvidar falsas quimeras.
Mirna L. Carranza