\"Don Quijote\" por Celestino Nanteuil (1813-73)
LIBROS
De un libro, la mezquindad
avara y vacía deslía pensamientos,
substrae emblemas y palabras,
arranca y desgarra páginas,
se crea el derecho a asesinar
la belleza del zafiro reluciente
que embellece la fuente clara
que riega la verde alameda
de la quimera, la belleza y el saber.
De un libro tirado a la pira
descerebrada con la fiebre
de los ágiles destellos llorando
colores en la cimbreante
cintura del insaciable aliento
que hace vibrar tapas y márgenes
penetrando en caracteres y letras,
tiernas secuencias ineludibles,
presencias, temores, afán y vida...
La letra obtiene carácter,
hurga, provoca, abduce,
asume, resume, consuela,
resta, suma, rima, divide,
multiplica, engloba, compone,
dispone, bordando de luces
y corales el poema.
Cara a cara alarga, relata,
dilata, ensarta, honra, agravia,
mata, remata, aviva, activa,
gravita, emociona hasta lo más
inaudito e inexplicable.
Locura bajo el claro de luna.
Alonso Quijano, llorando ultrajes
y agravios, abriendo caminos al alba
de su desdicha al trote de Rocinante
va, para salvar desvalidos zagales,
combatir gigantescos molinos,
sufrir afrentas y desconsuelos.
En la hoguera de los engreimientos
vanos mientras tanto, ama, sobrina,
cura y barbero, queman libros…
Cuaderno XVIII.
“SOLEDADES” (provisional)
©Teo Revilla Bravo.