Vino con el capazo vacío
y el alma desángelada
el trabajo había perdío
su suerte ya estaba echada
Los hijos que le esperaban
con el hambre en las entrañas
al verle llegar lloraban
pues el hambre bien se ensaña
Ya no verá más a sus hijos
pues en la calle quedó tendido
por robar un saco de mijo
la muerte lo dejó vendido
Más todos somos culpables
de la muerte de aquel padre
es de ley y muy palpable
que hoy el voto es un desmadre