Ya es de noche y el viento empieza a silbar,
se acerca a mi oído como queriéndome decir
que ya no estás.
Miro las estrellas y trato de pensar,
mientras la luna me recuerda
aquellas tardes de alegría y mucho más.
Estoy sentado en esta roca,
pensando en que hice mal
pero solo recuerdo tu sonrisa y
tus ojos parecidos a un cristal.
Los recuerdos me consuelan
y tratan de matarme una vez más.
Pero ¿que más puedo hacer?
Si sé, que ya nunca volverás.