El silencio
se agrieta, se desnuda
vibra en el énfasis
como en un ritual de libertad.
El pulso en lo hondo
son capullos de fuego
templando el rugiente vientre.
Presiento que su fecundidad
le duele en el espíritu
como una caos de intimidad
que se vive virginalmente
sin que la razón hunda
sus garras.
Inundan sus fibras
una extravagante voluntad
por experimentarse,
Ya, las manos húmedas
de su propia savia,
ese instante
es como ella.
Dylan S.