A. Martinez

Acá estoy.

Acá estoy, eterno y desmedido,

sincero seguidor del sendero que inauguras

cada día al abrir los ojos,

y enciendes de una mirada el sol bajo mis pies;

es entonces y desde ahí que el día se despliega

como una bandera,

y se abren las voces de los pájaros,

y se despiertan las flores,

y el rocío se regresa evaporado a la panza de las nubes

para dormir su sueño de lluvia.

 

Sincronizo mi pensamiento a tus latidos,

a tu risa fresca que embellece los parques

despejando la telaraña de la madrugada,

aprestándome para desayunarme desde un beso,

el olor de tu pelo y tus manos,

el sonido de tu cintura,

la calidez acanelada de tu piel,

el milagro tímbrico que brota desde tu garganta

y  recorre de norte a sur todo mi mapa.

 

Si, acá te espero para encaminar el día

y darle presencia de caricia,

pues sólo cuando tú me acomodas las canciones en el alma,

es que renace lo que debe ser la vida.