Cae una bruma ligera
entre la noche y la estepa
se mezcla silente
entre mi piel y mis ríos
que en sus cauces arrastran
un sollozo revuelto,
golpea en el tiempo
en frías piedras su agonía
sin lograr, aún
llegar al mar del consuelo
y vislumbro en mi alma
el tatuaje dormido
en blanco y negro
de tu caricia, la última
que sin esbozar un adiós
marchita se quedó,
ella, paciente espera
encontrar, quizá algún día
la mano sutil y certera
que con pasión la tatuó
darle color de esperanza
engendrando nuevas caricias.
Autor: Jorge Aimar Francese Hardaick
- Argentina - 15-09-2016
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