Volví a nacer...
Aun cuando ya había nacido.
Nacido y vuelto a morir; me había perdido.
No le había conocido como le conoceré;
apenas he leído la introducción de su corazón.
Escritos que me cuentan algo que no conocía,
pero que ahora ajusta mi vida a su profunda razón.
Era apenas un niño aquel entonces.
Juegos, libros, dulces y mi brillante fe;
Nunca creí que llegaría a liberar mi perfidia;
aquel pan que magullaría mi inocente ser.
Cambio de planes, forzado…
Todo empezó por la lámpara;
su luz se volvió tenue, y no lo noté.
Perdí el enfoque y busqué otro camino;
yo lo decidí, a pesar de no querer, lo tomé.
Era dulce aquel panal desconocido,
deleitaba mis ansias y bajo desespero.
No sabía que hacer mi cuna en ese lugar
me llevaría a un cruel y silencioso destierro.
Todo mi altar se derrumbó…
¿Cómo llevar la carga autoimpuesta?
¿Qué hacer con la pesada vergüenza?
-No lo hagas, solo entrégala.
-Hay una esperanza.
Esperanza que me llamaba todos los días,
con sutileza y suaves cuerdas.
Al principio huía de ella, la esquivaba;
pero ¿A dónde huiré de su presencia?
Decidí volver a casa…
Cabizbajo, decepcionado y vacío,
empapado, golpeado y hambriento,
llegué pensando recibir su justo castigo;
pero recibí amor, perdón y alimento.
No ha sido fácil volver a crecer;
me ha costado varias caídas y azotes.
Pienso que es parte del Camino;
golpes que me guían hacia su santo monte.
Ahora, no puedo comprenderle…
Tanta gracia, perdón y amor derramados,
como aquel aroma sobre sus cabellos sagrados.
No puedo entender y mucho menos merecerlo;
Un malhechor impío, que por gracia fue perdonado.
Volví a nacer, cuando él me miró…