Me estremezco, te estremeces,
el fonógrafo toca
una ópera de espectros.
Me erizo, te erizas,
sonatas de serruchos
de los bárbaros en serie,
desollando a sangre y polvo
la selva de los monos.
Abrumados, levantamos voces
al voraz
que mutila el roble,
la caoba, el pino
y el cedro real.
Nos subimos y abrazamos
al abatido pochote
y los aplausos
de hojas del jenízaro
ensalzan la intrepidez de sus aliados.
Me oculto, te ocultas
en los troncos que dejó
la infame motosierra
en el despoblado ramaje de Bosawas.
Magda Bello
Memorias dispersas