Una hiedra de fantasía y un llanto
no bastan para opacar
la verdad de este amor.
Una cascada de palabras inventadas
y una metáfora de lágrimas no bastan.
Ni siquiera batallones holográficos
serán suficientes en la arena
que nos suele acontecer.
Una espada hiere a discreción,
traicionera, mas a su pesar
no alcanzará el vuelo de esta altura,
aunque parezca que cae el soldado que heriste
con tu alfombra de artificios.
No basta que me ignores;
no basta con el filo de la indiferencia
pendiendo sobre mi noche y mi plegaria;
no basta con que te escudes saltando el muro
de mis fragmentos solidarios.
La noche existe: la confirma el día.
Una espada de llanto no basta
para conmover los cielos de esta verdad.
No basta el dibujo de una espina.
¡No puede la rosa herirme cuando me perfuma a la distancia!