Aquellos días viajaba por el orbe,
No encontraba cabida en ningún lugar,
Mi vida era una tormenta en el mar.
Salidas había pocas en la cuales confiar,
Solo creí en dos, los libros y la poesía.
Los libros me llenaron de calma,
Reconfortaron los arrebatos de mi alma,
Tranquilizaron cada lágrima derramada.
El dolor de vivir se convertía en felicidad,
Letras llenas de sabiduría que me abrigaban.
La poesía se volvió mi vida,
La lucha contra la derrota desapareció,
Las rimas llegaron a mi corazón despacio,
La calma de leer a los grandes era paz,
Fue vida, fue el renacer en esta osadía.
Me enloqueció saber que vivía sin el derroche de palabras,
El pecho sintió un dolor enorme al saber de las letras,
Saber que hubo días fríos donde podría haber tenido abrigo,
Días de muerte donde no hubiera cometido ningún asesinato,
Simplemente hubiera encontrado un verso o un texto,
Que con su paciencia llenara mis necesidades de matar.
Mis necesidades de crear un daño en este mar.
Mi enfermedad decayó considerablemente,
El conocer autores qué pensaran distinto,
Me lleno el cerebro de ideas diferentes,
Ya no era solo vivir por instinto,
Ahora tenía una meta, un placer.
El placer de leer ante la adversidad de vivir.
Ante la decadencia del sentir,
Conocí la forma de amar,
Amar de verdad.
Sin la necesidad de llorar,
O de mentir.
La biblioteca de Alejandría sería mi nueva utopía,
Pero hoy solo me conformo con conocer una nueva rima,
Encontrar en un libro el significado de lo desconocido,
Descubrir a un nuevo amigo, en este mundo podrido,
Deleitarme con amores engatusados por poemas,
Enamorados por locuras, tetras, guerras todas sinceras.
Hoy vivo en el descontrol de mi nueva alegría,
En la odisea de leer textos censurados u olvidados,
Encontrar autores desdichados, qué sepan la realidad,
Ellos son ahora mi mayor quimera, localizar su musa,
Bañarme en el saber de su universo tan complejo,
Empaparme de cada bendita palabra,
Tan arrogante y humilde a la vez a le brevedad de quien lo ve.
Soy feliz buscando y completando mi biblioteca,
Llenando los vacíos con autores prohibidos,
Es difícil tropezar con estos seres,
Y más chocar con sus quereres.
Ya no hay desdicha en mi camino,
Las calamidades se quedaron en el olvido,
Ahora en mi andar solo aparecen fragmentos de bienestar,
Mi vida gira en torno a la maestría de la poesía,
Al equilibrio de un buen tomo encuadernado desde hace algunos siglos.
Seguiré buscando, contemplando este manjar divino
De la mayor creación del hombre
Por los seres más exquisitos.