Rayos se forjan desde lejos
en la tormenta de mi alma.
Emerge la lluvia de mis ojos como
una nube gris a mi corazón atada.
Soga al cuello y entre mis manos
dulce viento que me aprieta.
Se lleva consigo las lágrimas
que en mi interior relampaguean.
Nacen rosas entre cristales rotos
de vaga ilusión marchita.
El tiempo con su filo
corta las alas que les dieron vida.
Lento pues, transcurre en su llegada
el amor al que escribí siempre.
Lenta pues, es mi palabra
cuando converso con la muerte.
Ojos que hieren si miran,
corazón que ni siente ni habla,
se crispa sobre mi pecho
el veneno que me desgarra.
¿Acariciará algún día esta sola y triste
sangre estancada entre mis penas?
¿Cesará en algún momento
esta soledad que me encarcela?
Soy el olvido, la luz que quiebra
cuando la distancia me nubla.
Soy la voz que en el horizonte
se pierde abandonada y muda.
Traje llevo y desnuda voy
por vestirme de cobardía.
Quisiera ser el brío de mis versos
para poder entregarte mi poesía.