Hay un perfume que se expande
en la Virgen de la nube.
Hasta las aves del bosque
le trinan con advocación a la madre dulce.
Que reluce de lo más resplandeciente
a los videntes del valle.
En los jardines celestiales
le realzan en su corona bellas floraciones.
Y lúcida, en un paisaje de empíreos alelíes
extasían todos los colores.