En la espesura y en el manantial
se asoma la viva luz del despertar,
otra vez tiene dulzura mi corazón,
y vuelvo a sonreir con el alma en paz.
Todavía tengo alguna lágrima
para verter por mi vieja casita blanca,
y no se donde han de estar,
la rosa y la mariposa.
Recuerdo con ternura
tanto a la víbora,
como a la garza
con su blancura,
o al caburé misterioso,
que brinda a las mujeres
amores y buenaventura.
Se asoma con su ternura
la ensoñación,
de esa época bucólica y hermosa,
en mi casita blanca en la orilla,
donde pasaba mis horas felices,
pescando y soñando.
Pienso en mi casita pequeña,
empinada en el ribazo,
y evoca mi memoria,
a la fiel depositaria,
de todas mis historias.
Un hada me dijo,
que no es tiempo en vano,
el que se emplea,
buscando,
el nuevo nombre y el color...
de una nueva casita...
...es mas bien un acto de amor.
Varios intervinieron...
y al final estuvo resuelta,
la cuestión del color,
...pongámosle un nombre atrevido,
dijo un papagayo muy colorido,
...y un pintor amigo...dijo magenta...
y ese fue el color decidido.
Y la costumbre asi lo dijo...
...es la casita color magente...
y ese fue el nombre
de mi pequeña vivienda nueva...
en la orilla del río.
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