Miro hacia ambos lados
mientras mis pasos se quiebran.
A un lado,
descansa el blanco sobre lo oscuro
borrando con su lustre desvanecido
la historia que nunca llegó a escribirse.
Al otro,
sólo un camino yerto donde
se pierden mis ojos,
igual que se pierde el corazón
en la distancia.
No hay paisaje
que devuelva la vida,
ni brisas que se lleven las penas.
Sólo hay un camino allí,
donde yace el alma.
Y donde yace el alma,
nace el olvido,
el olvido que acecha
en mi insomnio.
No habrá un mañana
si este camino que recorro
es el que cubre mi futuro
con las cenizas del engaño.
No quiero despertarme
de este breve sueño,
si abrir los ojos supone
que en ese instante muera
y cerrarlos es el único momento
en el que vivo.
Quiero que mis pasos cesen
para siempre,
si la agonía del tiempo
es este camino
donde sólo me acompaña
tu ausencia.