A las cuatro de la madrugada
Las campanas del pueblo sonaban,
Con la fuerza desesperada
En la torre rebate tocaban.
A las cuatro de la madrugada
Los caballos relinches echaban,
En la villa, del sueño sacada
Los ruidos de armas tronaban.
Preparaba sus armas la hueste
En la lóbrega, gris temporada,
Resonó lelilí por el este
En penumbra de la madrugada.
A las cuatro de la madrugada
Al encuentro los hombres salieron,
A las cuatro de la madrugada
A la villa los moros vinieron.
En las perchas los gallos gritaron,
Ya el alba roja despuntaba,
Las mujeres, trémulas, rezaron,
El acero frío rechinaba...
A las cinco de la madrugada
Los varones las lanzas tomaron,
A la hora bien arrebolada
En el campo las huestes chocaron.
Mucha sangre fue derramada,
En el polvo los muertos cayeron,
A las seis de la madrugada
Los soldados heridos gimieron.
A las ocho por la mañana
El suelo bermejo estaba,
¡Ay, pobre tierra castellana!
Ya el sol el dolor alumbraba.
En el viejo castillo un cura
Por los hombres caídos rezaba,
El dolor y la fría pavura
Ya las mentes del pueblo dejaba.
Muchos días y muchas semanas
Las mujeres el luto llevaban,
Las viudas de pro cristianas
A la Virgen amparo rogaban.
Pasarían siglos y más años
Ya Castilla fuerte se haría,
Por las correrías y los daños
Fuertemente se vindicaría.
Incontable tiempo pasaría
Y, por voluntad real mandada,
La armada a las Indias saldría
A las ocho de la madrugada...