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Las calles tan llenas de muchedumbre,
es un caos con el corazón abierto,
es un ademán en el abismán,
detener las horas aquí,
es sucumbir en el tiempo,
¡ay, amor mío!,
quedo en un zaguán lleno de azahares,
como el capricho más exótico,
como el deseo más ambiguo,
quedo a la intemperie,
de un hallazgo sin pretérito,
cuando además de amar,
¡ay, amor mío!,
quedo sin dosis de un siniestro y crudo entorno,
sin pasiones que dar ni brindar,
cuando el adyacente peligro,
se hiere en la más tersa piel,
como esperando un por qué,
como las cenizas de este amor,
tan heladas,
como el hielo frío,
¡ay, amor mío!,
¡ay, amor mío!,
quedo sin sal de besos,
aquí en la boca,
¡ay, de tanto besarte!…
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