La vida se me escapa de los veinte dedos
cuando paso por la calle de mis historias de amor.
Dos enamorados de la mano
con amor y desconfianza
ella lleva cuadernos
él, lapicero en boca.
Y así,
entre bocanadas
le dice cuanto la quiere.
Los muchachos en la cancha
con uniforme de propaganda juegan al fútbol.
Celebran cada tres minutos.
El tipo extraño
del mismo bar, misma cerveza
ha logrado comprar el nombre a la mesera.
Yo,
después de caminar veintiún kilómetros exactos
llego a mi casa
y me veo en el espejo casi sin esperanzas
con unos ojos apagados
como si no fueran los míos.