Hace algún tiempo las unimos con júbilo,
Entrelazando cada dedo cual engranaje hecho a la medida.
Nuestras manos son testigos fieles de este sentimiento,
Ellas presenciaron cada sonrisa y cada lágrima brotada.
Nuestras manos se aferran con ímpetu y firmeza.
Las que un día se unieron prometiendo amor eterno,
Hoy deben soltarse fingiendo amnesia.
Esas manos que tan suavemente se enredaban
Hoy fingen estar enfermas excusando su dolor.
Las manos, que heridas construyeron un sueño,
Han derrumbado el fundamento sin remordimiento.
Las manos que jugaron a esconderse,
Tienen que salir a enfrentar su culpa.
Nuestras manos, las que tantos vieron juntas
Deben ocultarse por vergüenza.
Esas manos, tiernas y eclipsadas.
Esas que con lujiría rozaban tu cuerpo.
Esas que temerosas, viajaban en mi pecho.
Esas manos que completaban el estruendo de tus besos.
Las que marcaban el ritmo excitante en tu cabello.
Las que despertaban el deseo fragante,
Nuestras manos que tanto se conocen,
Hoy deben enfermarse y olvidar que fueron una
Para separar sus curvas envolventes
Y dejarse llevar por el frío de la pena.
Nuestras manos, que unidas, cosquilleaban mis adentros
Y llenaban de alborozo mis pupilas.
Las mismas que a tus pies acariciaban
Procurando un paso firme.
Esas manos que ahora se niegan a estar solas,
Debemos amarrarlas por el bienestar de cada miembro
Que representa el centinela aguardando tu regreso.
Tus pequeñas y hermosas manos se despiden de las mías
Derramando sangre y dejando una estela de penumbra.
Mis manos, ásperas y vívidas, dan una señal en muestra de agobio,
Se retuercen en su carne fuera de mi alcance;
Parece que están vivas, pero debo adiestrarlas
Para que se alejen de las tuyas
Que aún no se controlan.