M. Krasinski

Soledad

No, soledad, no existes

pues sólo yo te veo, 

y no imagino ya dolor

sin antes ver tu rostro, 

en bolsas lacrimoso,

de venas ahogadas,

manzanas prohibidas

y horrores sin voz.

 

Ya no escucho tu ruido,

—Para mí puro silencio—,

pues no más que solitario,

cuando aún no duermo y sueño

lo presencio; aquel obscuro 

e irritante murmullo,

de un vacío al otro, riendo,

con nada, nadie y ninguno.

 

No soledad, no puedes existir

por el mero hecho de hacerlo

y hacerlo junto a mí,

y no tiene sentido 

pues cuando estoy solo,

y encerrado, sollozo,

y esbozo una sonrisa

de lamento contigo.