Nací, no fui feliz, sorbí la vida...
En varios tragos la bebí doliente;
busqué la verdad; mas, no la hallé enfrente
de inesperada y bullente crecida.
Por esperar, creer en la otra Vida,
llegué a ser la tibieza indiferente,
viviendo una vida atea,carente
(que el alma se me hizo ¡tan descreída!)
Harto de hablarle a Dios, sordo al ruego,
el corazón estaba tan confiado,
que daba tantos palos de fe al Cielo,
que la esperanza de otra luz moría
-¡tanto me tarda en venir ese día...!-
Durmiendo me acosté del otro lado.
(Salvador)