En estas mañana llena de luz toco la alegría.
Roza la brisa mi ventana y veo el claro sol.
Sonrisas festivas brotan de mi pecho, estoy
celebrando la vida, estoy admirando el hoy.
¡Me toco, me miro, grito y sigo en la sonrisa.
no lo entiendo, estoy feliz y no sé por qué!
Con gran asombro camino hasta la cumbre.
No me cansa el caminar, me sorprende sí,
el deseo fervoroso de celebrar el amanecer.
Es un episodio incomprendido, pero vívido.
¡La tristeza se asoma rigurosa y, sin avisar su
arribo, se va acercando para abrir la herida!
Mis ojos taciturnos se volvieron hacia ti,
pero no estabas, eran sólo mis místicos
y excelsos empeños de volver a mirarte.
Fue un desnudo presagio de la expiración.
¡Te escapaste de mi vida sin dejar huellas
por el polvoriento camino de mi suerte!
Nuestro amor se fue hace mucho tiempo,
dejando rutas agrestes y soledades inéditas
en el aposento que fue mi pecho imberbe…
El dolor insiste y debo pensar para no sentir.
¡Ningún lazo entre los dos quedó atado, nada
puede testimoniar que has existido para mí!
El amor de mentira es dolor, hoy lo constato.
Subsistir en las dudas, pidiendo al cielo claror.
No se redime la ruina y el fracaso, por ignorar
lo que a gritos el alma expresa en cada latido.
¡Intentar es de osados, retirarse en el tiempo
de la clarividencia es lo esperado en el sabio!
Raiza N. Jiménez/ 22/09/2016
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