Paulina Dix

Invasora

Cuánto intrato y salvaje manifestación 

entre la noche y la almohada desaforada 

lubricación de engranes casi mágico

conjurando susurros tan tuyos,

tan míos, tan nuestros sin ser de nadie.

 

Los Ángeles vigilantes sus ojos vendaron

más los murmullos a leguas son escuchados

y la humedad abarca las sábanas

al son que afanosa se rozan las manos

que delincuentes tomaron

sin anuencia el delicado erario.

 

Las alarmas se encienden 

cuando en el pasillo se sienten

 los pasos de la vieja Elena

 y se esfuma veloz al escuchar

 como se alejan.

 

Continúa el intrato, se aprietan los hilos

 se pierde la fuerza, el orbe tiembla

 y se apaga con la llegada del alba. 

Paulina Dix