Mis cartas dirán
todo,
o casi todo,
o no dirán nada,
lo que cada uno interprete
pero la realidad será una:
aquella, esta,
la de ayer y la de mañana.
Mis cartas dirán
cuando yo me haya marchado
que leía a Sabines
y sabía a hierro oxidado.
Dirán que estuve enamorado
mil veces
y mil veces lo dejé de lado
como un barco que se mece,
a la deriva
de un sueño dorado.
Espejismos, paisajes,
en mi horizonte
rondando mil mujeres
y solo un ángel a bordo
de este campo nublado,
sin sol
pero con tantos rayos
iluminado.
Dirán que el tiempo fue imperfecto
y me perdía en el bosquejo
de unos adorables ojos negros.
Mis cartas dirán
palabras de Neruda
pero jamás
mis versos serán cocidos con leche
ni tenderán ropa a secar en mis renglones
y tal vez Benedetti
concurra en mi ayuda
y a la izquierda del roble encuentre
mi alma blanca
rompiendo mi armadura.
Es doloroso a veces
que a uno lo desmiembren
verso por verso
letra por letra
y finalmente me reconozcan
solo por mis dientes.
Es doloroso que digan
dires y diretes,
que las mujeres de mi amor se cuelguen
y en el olvido me recuerden
como una bola de nieve
cayendo al pie de la cama
de la ladera.
Es doloroso mucho, poco, a veces
pero que importa aquello
cuando uno pasea con la muerte
de quien eligió para nosotros
aquella mejor suerte
Y desde un lugar insospechado
volver a la casa y a los patios
que tanto Borges había amado.
Dirán que estaba loco
que en el cementerio de Alvear
a un gato ya habían enterrado,
entonces descubrirán
que las 7 placas de metal
no valían casi nada.
Y dejarán de lidiar
por estos pequeños tesoros
al fin y al cabo
solo dejo palabras
y habiendo tantas
ninguna valdrá nada.
Se darán cuenta
cada uno de ustedes
que la fortuna es una sola
y es ahora cuando hay que cuidarla.
*** dedicado a todos aquellos que me conocen ***