Hay qué romper con los cánones, las normas y las costumbres.
Crear lo único, para ayudar al perdido hombre.
No creas en reglas ni ataduras.
Sólo se libre en tu mar de ideas,
desátalas y por el orbe deja qué fluyan,
en el infierno de las masas acomplejadas por la moda.
No te ofendas si alguien no te respeta,
ya qué no están acostumbrados a la verdadera belleza.
La flor ardiendo qué está en tu pecho lucha por salir,
Desata el arte qué enjaulado vive en ti, en mí.
No hay muchedumbre capaz de detener el sentimiento.
Se trata de derrochar lo magnifico en el murmullo insignificante de vivientes.
Sacarlo del fondo del pecho donde el mar arde y la flor ardiente se desoja,
solo por ver fluir tus alas en el viento sin qué terminen rotas.
No escuches las quejas y diretes de las personas,
ellas ya tienen el mecanismo automático activado,
viven como los demás o alguien más les dicta qué lo hagan.
Tú no seas de esos, qué a ti te dicte el tiempo, con su tic, tac, tic, tac.
Te quedan algunos esbozos de vida,
Tú tienes la respuesta, de si los vives en la vera de la verdad,
O en la costumbre de tu rutina, qué marchita la ardiente flor,
secando el mar de ideas por no saber echarlas a volar,
en esté bendito mundo, inundado por el infierno del orden y lo artificial.