¡Sagrada poesía: Oh, diapalma
de saudades, llovizna de los cielos,
ungüento del dolor y los desvelos,
brisa elocuente, ángel de la calma!
¡Tu voz es adivina, cuánto ensalma
y alivia la erosión de los flagelos,
solo con té caliente de los hielos
y la explosión de trombas en el alma!
¡Hoy quiero venerar tu bosque altivo:
Oh, tu parnaso regio ya durmiente
y ofrecerte la rosa que cultivo!
¡No importa que se duerma en esa fuente
de aquellos con el numen siempre vivo
tan grande su legado…tan presente…!
¡Sería mi aliciente:
brizar mi corazón en esa losa
sería un gran honor su cuna undosa!