El camino es un retrato
con estrechez de serpiente
donde los pies y la mente
calzan el mismo zapato.
El elástico del rato
va reptando junto a él.
Y es el reloj un cordel
que con vestido de arcilla
junta el polvo y la gravilla
bajo el eco del tropel.
Por la culebra de arcilla
pasa un rumor de zapatos
y el percutor de los ratos
impulsa la manecilla.
Bajo la verde sombrilla
cede la fiebre del suelo,
la guitarra del señuelo
tañe con más tomeguines
y con saludos carmines
muestra un reptil su pañuelo.