Vamos al ruido que hacen las hormigas
y volvemos al pan
vamos a las calles de los laberintos
y volvemos a la sonrisa
vamos a los árboles a la maraña al monte alto
y volvemos al ciruelo
nos pasamos los días yendo al cielo
abierto, abierto y volvemos al candelabro
todo está dispuesto para partir
y cuando se parte
la partida está doblada en valijas de retorno.
A veces, claro, no siempre, a veces
todo cambia y puede suceder que se avecina
la noche y alguien quiere
no volver, pero no puede
y es entonces que los sueños son extraños
visitantes lejanos escondidos desconcertados
y la vida gira en sentido contrario
de las ansias del reloj.
Entonces volvemos pero nos quedamos
de una manera sutil
o algo se queda en el suspiro
de alguien que queda suspirando
mirando adelante y atrás un período largo
de estaciones vaporosas que cambian
ilusiones de flor en flor.