¿El mejor momento de mi jornada?
La noche. Cuando todos se van a dormir y me voy hacia mi rinconcito preferido. Me esperan: una mesa, mi ordenador, una vela, una rosa.
Una mesita sencilla, sin muchas cosas, solo lo esencial. La cubre un mantel blanco de ganchillo, tejido por mi madre. Espacio reducido que me ayuda a concentrarme.
Mi ordenador, mi compañero fiel y silente. Siempre dispuesto y obediente. Uso un macintosh, cuyo teclado original está en Italiano.
Una vela, su presencia no puede faltar. Esa llama que me acompaña, que en su trepidar ilumina mis ideas, alimentando la caprichosa musa.
Una rosa. Por lo general roja. Soy un romántico empedernido con una gran sensibilidad. Confieso que lloré cuando vi la sirenita (me avergüenzo al escribirlo) En ocasiones exhala su perfume dando un toque particular en todo el conjunto.
El silencio se hace presente. Me gusta dejar una luz tenue. Me dirijo a mi sitio preferido, me siento, enciendo el ordenador y la vela. Respiro profundo y me dejo llevar por el momento. Un poco de música no puede faltar. Dependiendo de mi estado de ánimo elijo Einaudi (mi preferido) u otro tipo de música. Me gusta escucharla con los audífonos, para no molestar a nadie y fluir con tranquilidad.
En pocas ocasiones me llevo un cáliz de vino tinto. Solo en pocas ocasiones. No quiero terminar alcohólico. Si lo hiciere todos los días, menuda faena. (sonrío)
Me gusta conectar con mis sentimientos, con lo que siento en el momento y escribir. A no ser que esté escribiendo una historia concreta, un cuento o una novela. Se crea un momento mágico en donde corazón, mente, ordenador son una sola cosa.
Hay personajes que vienen de la nada. Pienso que ya estaban ahí, dormidos o han nacido en el acto y quieren que yo les dé vida a través de mi pluma (teclado). Algunos necesito dejar reposar por lo intenso que suelen ser. En la medida que escribo voy hilando las historias.
Me gusta mucho la prosa poética. Me permite, en pocas líneas, plasmar un sin fin de sensaciones, emociones, fantasías. Puedo ser él, ella, un ave, una roca, una gota, mar, salitre o cielo. Morir o vivir a voluntad. Atravesar pasajes desconocidos, mundos lejanos. Ser risa o llanto, esperanza o lamento. Frío y calor al mismo tiempo.
Las horas pasan volando. En ocasiones sueño con lo que escribo y alguna vez me he despertado en la madrugada, con una idea fija en mi mente, que no me deja en paz hasta escribirla.
Mi mayor deseo, mi gran sueño, es poder dedicarme del todo a la escritura y seguro estoy de lograrlo, entre tanto, leo, medito, reflexiono, escribo y escribo.