Salí del paraíso y lo perfecto dejé
por la pasión de tu mirada
seguí tu alma en espejismo,
luego encontré tu cuerpo no cubierto
con la pálida luz de la mañana.
Desde entonces
con la venda en los ojos por la vida
busco tu amor para sentirte mío,
en un lecho de fuego y esperanza
siento el calido ardiente de un suspiro,
cálido azul tu mano por mi espalda.
Soy tu mujer cual bendición del santo
somos los dos en maldición divina,
pero seré feliz pues te amo tanto
con un poco de llanto
o con la espina
levanta el corazón en dulce canto.
Comenzó la batalla y no termina,
talvez vuelva a buscarte en este viaje
quizá vuelva besarte cuando mires
una tarde en el mar de una palabra
o una rosa que nace cuando gime.
y cuando el dulce palpitar de tu mirada
se encienda suavemente entre mi pecho
en el ávido encuentro nuevamente
al ´paraíso regrese de tu mano.