Allá van
tus sueños, amores-deseos gravitados
guarecidos tras las cuevas de tímidos conejos
donde el sol sale a pastar, a veces, desorientado. Aroma
donde fermentan luz las estrellas y almíbar algodonado
Allá vas
Innata. en el ave más inmensa
que te transporta en su vientre indispuesto
al hogar nuevo, la vieja patria, de lo posible
la oportunidad, real y concreta.
¿Parirá su hambrienta carga sobre los zodiacales astros?
¿su pata de alambre será rasgada por estrellas negras y su velo capturado?
¿morirán sedientos de ambicia sobre un campo de nubes concentrado?
¿Se estrellarán en el silencio (Ese es mi temor) Tal y cual todos lo haremos?
Para ti
Algodón
Los sueños no tienen
tierra solo cielo
Solo cielo
Ves desde arriba
y las referencias contradecidas
son, ya no
seguras.
Toma nota:
Tú eres el cielo desde la altura
Ahora, que yo estoy abajo condenado
Tal cual se leía explícito en las escrituras
Ahora que tu arriba es espacio muerto
Aquel estático infierno que nos resta, aquí del purgatorio observamos:
Nuestro centro es tu ombligo sembrado de viñedos
Nuestro paraíso es tu falda reventando, espuma en
Nuestro litoral salado, tus piernas-dunas de retiro
Mujer de nube, inocencia eterna
Una masa de harina dispuesta
En tus manos calientes moldean
Las plumas del manto estelado
El viaje es seguro, lejos de los hombre
Descansas en el lomo de plata del ave
Su canto florece, luz en las ciudades
Al encontrar los rios, lo sabes
las capitales o los dinteles, ríes
extraña entre extraños eres
salvaje oveja descarriada
no te vas de este mi invierno crudo
te quedas esperando los veranos
cuando ambos estamos disponibles
para recomponer lo destruido
el mismo tiempo del hombre
al mismo hombre en el tiempo
te esfumas en el momento
indicado, con él. Y yo
pisando tiempo me quedo, en el país
marchito, me escribo sobre el futuro
sueño, volver a verte
pero aquí los sueños fueron suspendidos
por los carros y sirenas, todas las diligencias
de este terrestre purgatorio, en el cual soy jurado y testigo
y sobre todo condenado, como todos.