Quizás no escriba más, nunca ya escriba,
las vivencias que afloran de mi infancia,
tal vez ya suene a chufla mi lactancia
y olores a pureza no perciba.
Ochenta años. ¿son muchos o son pocos?
depende si midiéranse en los mocos
que hubieran destilado en su nariz,
los años que cortados de raíz
se fueron deslizando como locos
desde el día en que dejaron la matriz.
Que ochenta años son muchos o son pocos, si comparas
con los que dicen duró Matusalen.
Y reparas
que no llegan a cien.
Y entiendes que tú así te encuentras bien
ausente de tristeza y de sofocos.
Y sigues y no paras
y al mundo y sus peleas tú te encaras
a cuestas tus alforjas como un burro,
buscando siempre a dios, buscando un curro,
cual hombre que fingió ser de mil caras.
Que ochenta años abarcan lo que abarcan. Me parece
recordar haber visto a los pastores,
los perros, el ganado, las ovejas
y a viejas deshilando sus madejas
y con la hoz a sufridos segadores.
y a las uvas pisar en los lagares
y del ser que se aprecian sus andares
para luego ser rey en la pitanza,
¡que estos ojos han sufrido su matanza!
y atrapar la resina en los pinares.
Y ha llegado a ver, y es que él ha visto
el arado romano y el candil
y podría contar otros diez mil
artilugios si quisiera darme el pisto,
como al euro vengando a la peseta.
Y aunque piense que no te creerías
soy amable con las tecnologías
el mobil, el blacberry o la tableta,
la internet, el wallapop son naderías
que enfrento con soltura a cualquier meta.
Y aunque a veces presienta ser un churro.
no me canso de pensar, nunca me aburro,
ochenta años, ochenta bendiciones,
cada uno muesca más en la canana
Mas sé no es mi deseo dar lecciones,
que tengan un buen día. Hasta mañana.
©donaciano bueno
http://www.donacianobueno.com