Recibo tus whatsapps siempre a la misma hora.
¿Acaso es en ese momento cuando te solazas?
Entiendo que sí aunque no me contestes, recibo
tu respuesta como efluvio que el viento solar me
trae, azul verdoso, como el color de la esperanza
mojada en el mar de los Sargazos,
mar intrincado pero mar al fin y al cabo.
Voy viviendo pendiente de tus protones y
electrones que me incitan desde dentro a querer ser
savia de fotosíntesis que la noche apacigua, calma,
la almohada me llama a su seno sin ti, te siento lejos
cerca lejos, por la noche cerca cerca, en el trabajo
lejos cerca (en el instante de descanso bocadillesco).
Te siento como Holofernes seducido por la magia de
Judith justiciera, Judith Némesis tramposa,
pordiosera pero siempre seduciente como cobra al
son del bastón que el faquir blande sabedor.
Me decido flotando hacia el sol oscuro no naciente todavía,
solo luna testigo de su luz/Me lleva la aurora boreal que se
cierne perversa sobre la nube próxima, elevante pero
insuficiente/ Me fundo con mi bigbán en polvo
de estrellas que cae a la tierra fértil, necesario, abonante
estiércol de vida.
Solo tú sabes qué significan las leyes de Newton en la realidad
gravitante del universo, solo tu sonrisa cóncava como ensenada
vencida devuelve el sentido de mi seguir, sonrisa que me llega
por el aire hasta mi mano digital a esa misma hora.
Precisamente a esa y no a otra...