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Es la corazonada,
que en el tiempo no caduca,
¡es la nada!,
del corazón incierto que acurruca,
entre los brazos el sueño,
amando una vez más,
quedo en la osadía y en empeño,
llega el ocaso sin un jamás,
desde que el cielo arremete,
contra mi piel que sujete...,
un destino y una corazonada,
¡en la nada!,
¿cómo esperar?,
a los ojos poder ver y amar,
que ilumine el silencio,
en un instante sabio,
es la corazonada,
¡que aún late!,
como el chocolate,
en la braza caliente,
¡humeante!,
¡delirante!,
es la corazonada,
de la nada,
que aún despierta el ritmo,
como el biorritmo…
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