... Y la lluvia se hizo cómplice
del amor más infinito,
del encuentro de dos latidos
que luego fue
uno
intenso
profundo.
La tarde terminaba
en cada gota de beso
y nuestras manos la atrapaban
anudándose en caricias
dedos con dedos
palmas con palmas
puños en huecos.
La calle de tierra - recuerdo del tren -
era sólo nuestra detenida en el tiempo,
casi inventada para cobijarnos
en aquel abrazo de almas
fundidas
buscadas
reencontradas.
...Y otra vez la lluvia,un poquito más.
Llovizna de ocaso,de miel y verano,
de ciudad dormida y de luna ausente.
La bebimos en besos
para eternizarla
para seducirnos
para redimirnos.